miércoles, 1 de agosto de 2007

Anotaciones de una persona de ciudad.


Lo confieso: me gusta estar al filo. El mièrcoles está a unos minutos de ser jueves y yo camino en ese borde delgado del cambio para escribir esta, la primera de mis San José Me Mata. Yo también estoy al filo: en unas horas, cuando sea 2 de agosto, habré cambiado de edad.
Hace ocho años que esta columna ronda en mi cabeza, por ser demasiado personal tuve que mutarle el tono, el contenido y la identidad y se quedó como el A Viva Voz que cada domingo se publica en el diario La Nación. Hace casi un año que el A Viva Voz dejó de ser lo que era y a mi... se me rompió el corazón. Y yo como buena hija del Sur, un tanto gitanilla, un tanto rural; demasiado salvaje y demasiado urbana a la vez no puedo quedarme donde ya no tengo afecto que sembrar. ¡Qué me importa si una fulana se cambió el silicón del pecho! Una vez, dos veces, tres veces de decir publicamente que la tele local es un circo ya es suficiente. A aquella casa le metieron demasiados inquilinos y así, entre tanta gente, lo que era de uno ahora es todos y por tanto no es de nadie. Y a mi me gusta la soledad. Me mudo entonces a este blog y conmigo se mudan las herramientas que diseñé. El San José Me Mata, por supuesto absolutamente màs personal, viene conmigo y nace hoy y aquí. Es sencillo: son solo anotaciones de una chica de ciudad que jamás quiso ser citadina... o bueno, al menos nadie se lo preguntó.
Blanco y negro. S.J. Me Mata 1.
A veces me cuesta respirar. El lunes especialmente era un día de esos. ¿Qué pasa con los taxis que nunca aparecen cuando uno los necesita? Paró un pirata, un taxista informal como les llaman legalmente. El señor tiene cara de buena gente, con unos cinco años más tal vez podría ser mi abuelo... me arriesgo, ¡me voy! Solo quiero llegar a casa, estoy cansada de los feriados y los fines de semana frente a la computadora. ¿Y mi gato? Quizàs tiene hambre, quizás quiere mimos. (Yo sé que es mentira, pero me gusta pensar que alguien me espera en casa). Se muy bien que mientras ponía cables en las plantillas de la edición del día siguiente Shaba dormítaba o terminaba por destrozar el lomo de aquel sillón que compré en un anticuario con los primeros aguinaldos que no fueron para pagar y pagar deudas. Abro la puerta del edificio antiquísmo donde vivo. Ni siquiera subo al segundo piso. Shaba no maulla (deduzco que no me ha oìdo) y paso directo al apartamento 7, al de Augusto. Un pintor, un diseñador premiado lavando ropa un feriado. Mae, ya no puedo más; en serio siento que no puedo respirar...estoy tan cansada. Quiero caminar. Se seca Augusto las manos en su buzo oscuro y así, descombinado a más no poder, toma las llaves. Voy con vos. ¿Y eso?, pregunto viendo que lleva un bultito debajo de la axila. Por si queremos hacer fotos, y tira de su cara esa mueca de "uno no sabe que aventura se pueda uno encontrar". ¿Caminar? No caminamos nada, cruzamos la calle, cruzamos el Parque España como era de tarde no habìan aún travestis en faena. Un abrazo para Tavo Draconian que estaba sentado con una nena debajo de los inmensos árboles de corcho que tanto encantan a Don Can me distrajeron unos segundos. Después: a la fuente del Morazán. Ahí nos sentamos en un tiempo suficiente para retratar yo a Augusto (¡bandido, sabés que amo usar una cámara!). Tres retratos a color con el agua de la fuente cual cortina frente a Augusto. Yo nunca me salgo del color (¿soy lineal?, no soy miope a más no poder). Su turno, yo me quedè tranquila pensando que fotografiaba plantas o la fuente misma. Desentendida entonces hice lo mejor que hago en estos días, pensar en mis situaciones impublicables con Don Can. A Augusto le fascina mirar en blanco y negro y así aquel edificio Metàlico, las bancas de cemento, los arbustos, la fuente marrón que yo vi, desde su lente era otra cosa. Yo era otra cosa. San José era otra ciudad. ¿Por qué no vemos más en blanco y negro? Definitivamente, todo depende del cristal con el que se mira. Hoy no me cuesta respirar.
La foto de esta Lunara en el Morazán es de Augusto Ramírez, artista salvadoreño que por suerte, para mí, hace cinco años que vive aquí.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Creeme que fue una experiencia casi magica salir ese dia a tomar esas fotos con vos, descubrir nuevos matices de una ciudad que a veces se vuelve monotona, en cada rincon hay un detalle nuevo, una textura, un color que no estaba antes.
es bueno redescubrir el espacio que hay de la puerta hacia afuera.

Lunara dijo...

¿Cuántas cosas no hemos visto los dos? Cosas que para ambos son diferentes, pero son las mismas cosas. De eso se trata el juego: vos me decís que ves, yo te digo que veo y entonces ambos creamos un tercero: lo visto, lo no visto antes.
Gracias por estar ahì Augus.

Didi dijo...

Apuntes en blanco y negro para una chica en blanco y negro:
Extrañaba tu pluma auténtica y libre. Y me alegra que te lanzaras antes que yo, que aún estoy a la orilla pensándolo –más por vértigo que por otra cosa–, al mar virtual que es la "red de redes".
Es curioso, este 2 de agosto pensé mucho en vos por tu cumpleaños e intenté cantarte con mi afinadísima voz pero siempre me lo impidió tu buzón telefónico... Menudo perro guardián. Sabía, por supuesto, que encontrarte iba a ser imposible.
Sin embargo me encantó el regalo que te hizo Augusto: esa foto no podía ser más teatral, no podía tener más lecturas, no podía ser más vos.
Por ahora, seguiré desde mi orilla leyéndote y te deseo "mucha mierda" por aquello que sigás con las supersticiones del teatro. :)
Abrazos,
Didi

wílliam venegas segura dijo...

Lunara: lo que está por verse es cuánto libre va a ser usted en este sitio. Usted lo sabe: cuando nacemos y cuando volvemos a nacer en cada circunstancia distinta de la vida nos sentimos libres, pero cuando aparece el primer pero dejamos de serlo. August se dio gusto con el San José que la mata a usted, no es pa'morirse, peor es estar en Guantánamo, presa de la locura del señor Bushhhhhhhh.

Doctor Esperanto dijo...

Si usamos la frsecilla que dice que la casa -hogar- es donde el corazón está, entonces siempre te esperará alguien en casa, en los múltiples hogares que tenés en muchos corazones.

Yo no puedo desearte mierda, al contrario, te deseo soma, ambrosía, del más delicado, del más divino. En mí para vos no puede haber ningún elemento despreciable ... solo lo mejor, lo más puro, lo más elegante.

Lunara dijo...

En honor a la tiradas de orejas de William Venegas (que que desactaulizado està este blog) le voy a poner bonito. Agrego en este momento un comentario sobre TMIC que me tiene loquita ultimamente.

Lunara dijo...

Doctor Esperanto: que dulce y amargo es todo lo que parece secreto. No esperaba menos de vos y tus buenos deseos son un motor en estos tiempos tan difíciles. Sabes que estas en mi corazón y que aunque prefieres los besos de los ángeles de marmol, y los campos tan santos, siempre tendremos historias de vida... y de muerte que contarnos quizás con Los Machucambos o con Bebé sonando demasiado cerca.

Doctor Esperanto dijo...

Me ha dicho la Luna que ya no la miras, cantan Chayanne y Su Majestad Rocío Jurado, ahora eterna y una dueña más del universo. Y entonces pienso en la gitana de los ojos más bellos, los que más dicen y los que transmiten los mensajes más hermosos a la tinta. Y sigo pensando en ella hasta que suena el teléfono y... ahí está. Tras superar el shock recuerdo que debo regañarla, porque el papel virtual está seco, sin la huella de su tinta.
Valga este manchón de tinta mia para recordarle que extrañamos sus palabras en esta "zona en territorio del alba", como diría mi amiga Eunice.